El contrabajo es un instrumento que, por definición, es imprescindible en la sección rítmica de un grupo musical. Es un trabajo, digamos, poco vistoso —como también lo es su sonido—, aunque, como todo, eso es discutible. Para ser un virtuoso del mismo y hacerse notar, hay que tener mucho talento…
La historia del jazz está llena de grandes contrabajistas: LaFaro, Mingus, Chambers, Carter… Y, a día de hoy, quizás el máximo exponente sea Avishai Cohen, quien nos ofreció un concierto digno de la expectación que había levantado.
Acompañado por dos jóvenes talentos, como Gus Moskovich al piano —que, con solo 20 añitos, demostró ser un conocedor de las enseñanzas de Jarrett—, y un baterista, Yal Stern, que supo llevar el ritmo del concierto con la maestría de intérpretes mucho más maduros.
¿Y qué decir de Cohen? Pues que lo dio todo. Su contrabajo sonó con una belleza y una precisión cósmicas, y logró emocionarme hasta la lágrima cuando interpretó un tema folclórico de origen sefardí, cantado en ladino, titulado Morenika. Fue aún más conmovedor tras escuchar su pequeño discurso previo…
Un gran concierto, sin duda. Aquí os dejo unas fotos y me despido hasta otra ocasión… si me dejan.
Abrazos para los caballeros y besos castos para las Señoras.
(c) Pepico Jazz:
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